martes, 19 de marzo de 2013

El sueño del Lobo


   Señor de los bosques, aquel que con su aullido regenta los miedos de los débiles y el amor de la manada. Tu agudo oído percibe la pisada del soberbio ciervo que cojea, tu hocico ventea cual estandarte recogiendo un mundo ajeno a nuestros ojos. Señor de la noche, en tu mirada es clara nuestra oscuridad, no solo en la luz nocturna sino también en la de nuestras almas. En un lejano día ¿Qué viste en nosotros? Pues renunciaste a tu elegante figura, a tu digna presencia, a tu libertad.

   Homínidos extraños, competidores por tus presas, seres venidos de otro mundo; te sorprendimos, observaste que podíamos en el crudo invierno tener alimento, que comprendíamos a la madre naturaleza, pero también dominábamos la magia del fuego y en nuestra gran manada todo era de todos. Viste una esperanza al futuro, captaste toda nuestra potencialidad como especie y algunos de los vuestros decidieron renunciar a todo para unirse a nuestra aventura renaciendo con una nueva forma: el perro. Los descendientes de ese linaje aún son fieles tras la barbarie del ser humano, tras estar perdidos y casi exterminar a vuestros parientes descendientes puros de vuestro común ancestro, tras mancillar la tierra con nuestra ambición expoliadora, tras intoxicar el aire con nuestra codicia ciega. Aún sois leales, os hemos enseñado nuestra peor parte y aún sois leales. Engañamos, mentimos, abusamos del débil y nos aprovechamos de vosotros y de otros humanos sin ofrecer nada a cambio, solo ingratitud.

   Vosotros, que nos acompañáis desde hace más de 15.000 años nos recordáis quienes eramos: nada os importa cuanto dinero tengamos en una cuenta, cual sea nuestro coche o nuestro apellido; vivamos en un palacio o un zulo; seamos médicos, políticos, panaderos o pescadores; hablemos alemán, inglés, árabe o búlgaro; rubios, negros o amarillos; atletas o disminuidos físicos. Incondicionalmente nos amáis, somos vuestra manada, respetáis a nuestras crías, nos laméis cuando estamos tristes y ante un peligro daríais vuestra vida por salvarnos, no hay engaño en vuestros gestos.



   Lobo que cambiaste tu sangre por un sueño en nosotros y que cada día luchas por mantenerlo vivo, te pregunto si elegiste sabiamente. Admiro tu espíritu salvaje y también admiro a los que tienen aún fe en nosotros, gracias por enseñarnos de donde venimos, gracias por mantenerte vivo en las montañas y mostrarnos quién eras y cuanto entregaste por estar entre nosotros, espero de corazón que no te equivocaras.