Señor de los bosques,
aquel que con su aullido regenta los miedos de los débiles y el amor
de la manada. Tu agudo oído percibe la pisada del soberbio ciervo
que cojea, tu hocico ventea cual estandarte recogiendo un mundo ajeno
a nuestros ojos. Señor de la noche, en tu mirada es clara nuestra
oscuridad, no solo en la luz nocturna sino también en la de nuestras
almas. En un lejano día ¿Qué viste en nosotros? Pues renunciaste a
tu elegante figura, a tu digna presencia, a tu libertad.
Homínidos extraños,
competidores por tus presas, seres venidos de otro mundo; te
sorprendimos, observaste que podíamos en el crudo invierno tener
alimento, que comprendíamos a la madre naturaleza, pero también
dominábamos la magia del fuego y en nuestra gran manada todo era de
todos. Viste una esperanza al futuro, captaste toda nuestra
potencialidad como especie y algunos de los vuestros decidieron
renunciar a todo para unirse a nuestra aventura renaciendo con una
nueva forma: el perro. Los descendientes de ese linaje aún son
fieles tras la barbarie del ser humano, tras estar perdidos y casi
exterminar a vuestros parientes descendientes puros de vuestro común
ancestro, tras mancillar la tierra con nuestra ambición expoliadora,
tras intoxicar el aire con nuestra codicia ciega. Aún sois leales,
os hemos enseñado nuestra peor parte y aún sois leales. Engañamos,
mentimos, abusamos del débil y nos aprovechamos de vosotros y de
otros humanos sin ofrecer nada a cambio, solo ingratitud.
Vosotros, que nos
acompañáis desde hace más de 15.000 años nos recordáis quienes
eramos: nada os importa cuanto dinero tengamos en una cuenta, cual
sea nuestro coche o nuestro apellido; vivamos en un palacio o un
zulo; seamos médicos, políticos, panaderos o pescadores; hablemos
alemán, inglés, árabe o búlgaro; rubios, negros o amarillos;
atletas o disminuidos físicos. Incondicionalmente nos amáis, somos
vuestra manada, respetáis a nuestras crías, nos laméis cuando
estamos tristes y ante un peligro daríais vuestra vida por
salvarnos, no hay engaño en vuestros gestos.
Lobo que cambiaste tu
sangre por un sueño en nosotros y que cada día luchas por
mantenerlo vivo, te pregunto si elegiste sabiamente. Admiro tu
espíritu salvaje y también admiro a los que tienen aún fe en
nosotros, gracias por enseñarnos de donde venimos, gracias por
mantenerte vivo en las montañas y mostrarnos quién eras y cuanto
entregaste por estar entre nosotros, espero de corazón que no te equivocaras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario